A MI MUJER
No puedo escribir majestuoso proemio como preludio a mi canción, de poeta a poema, me atrevería a decir. Pues si de estos pétalos caídos uno te pareciera bello, irá el amor por el aire hasta detenerse en tu cabello. Y cuando el viento e invierno endurezcan toda la tierra sin amor, dirá un susurro algo del jardín y tú lo entenderás. | A HÈLAS!
Con cada pasión a la deriva hasta que mi alma sea un laúd en cuyas cuerdas todos los vientos tañen. ¿Para esto renuncié a mi sabiduría antigua ya mi austero control? Mi vida es un palimpsesto garabateado en alguna vacación de muchacho con canciones ociosas para flauta y rondó que solamente ocultan el secreto del todo. Por cierto que hubo un tiempo cuando osé pisar las alturas soleadas y de las disonancias de la vida logré claros acordes para llegar al oído de Dios. ¿Está muerto ese tiempo? Mirad, con mi pequeña vara apenas toqué la miel del romance, ¿y debo yo perder la herencia de un alma? | IMPRESSION DE VOYAGE
Era un mar de zafiro y el cielo ardía en el aire como ópalo candente; izamos nuestra vela; soplaba bien el viento hacia tierras azules situadas en el Este. Desde mi proa alta divisé a Zakynthos: cada bosque de olivos, cada cala, las escarpas de Ithaca, el blanco pico de Lycaon, y flores esparcidas en colinas de Arcadia. El batir de la vela contra el mástil, el rumor de las olas contra el casco, rumor de risas jóvenes en la popa, todo lo que se oía, al comenzar a arder el Oeste. Y un rojo sol cabalgó por los mares. Pisaba, al fin, el suelo griego. |
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AMOR INTELLECTUALIS
A menudo pisamos los valles de Castalia y de viejas cañas oímos la música silvestre, ignorada por el común de las gentes; e hicimos nuestra barca a la mar que las Musas tienen por imperio, y libres trazamos surcos en olas y espuma, y hacia tierras seguras no izamos reacias velas hasta bien rebosar nuestro navío. De tales tesoros despojados algo queda: la pasión de Sordello y el verso de miel del joven Endimión; altivo Tamerlán portando sus jades tan cuidados, y, más aún, las siete visiones del Florentino. Y del Milton severo, solemnes armonías. | FLORES DE AMOR
He elegido, he vivido mis poemas y, aunque la juventud se fuera en días perdidos, hallé mejor la corona de mirto del amante que la de laurel del poeta. | LA FUGA DE LA LUNA
Hay paz para los sentidos, Una paz soñadora en cada mano, Y profundo silencio en la tierra fantasmal, Profundo silencio donde las sombras cesan. Sólo el grito que el eco hace chillido De algún ave desconsolada y solitaria; La codorniz que llama a su pareja; La respuesta desde la colina en brumas. Y súbitamente, la luna retira Su hoz de los cielos centelleantes Y vuela hacia sus cavernas sombrías Cubierta en velo de gasa gualda. |
Poemas
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